
Toda la vida he viajado solo. Si la vida es un viaje cósmico y el universo un vasto oceano, porque lo es, entonces he recorrido sus siete mares en soledad. Llego a casa siempre con la certeza de que nadie me espera. Miento tal vez. Cuando vuelvo a mi ciudad me esperan mis perros. Nadie nunca me recibe con tanta alegría como ellos. Pero no pueden hablar, aunque digan más sin las palabras. Ese amor incondicional es un tema profundo del que después tendré que hablar.
El desayuno, la comida y la cena las ingiero siempre frente a una silla vacía. Sé que hay personas a las que la dinámica de mi vida les aterrorizaría. No conciben los días sin intercambiar alguna anécdota o algún sentimiento: así sea una trivialidad o una cursilería. Para ellos el mundo es muy grande y para achicarlo hay que compartirlo; así sea con el enemigo.
La soledad es a veces una cuestión geográfica y generacional. En algunos países la soledad es la norma y nadie pilla ni cuestiona nada. Es lo que hay y si se pagan los recibos y uno es autosuficiente eso lo convierte en persona "decente" y a las personas decentes no se les cuestiona.
En otros lugares, como el sitio de donde provengo, la gente solitaria es vista con desconfianza. Se piensa de inmediato en un individuo defectuoso. "Algo debe estar haciendo mal", murmuran. Cuando una de mis sobrinas se molestó conmigo lo primero que pronunció fue aquella frase inolvidable: "Por eso estás solo". Dada su joven edad supe en ese momento que entre mi familia ya circulaba una versión oficial en torno a mi persona. La del tipo por quien nadie da un carajo en términos sentimentales y que está destinado irremediablemente a quedarse "solo".
Sin embargo abundan los matrimonios disfuncionales y sin amor donde el único aglutinante es el compromiso o la conveniencia mutua. El mundo está lleno de gente que vive enferma de infelicidad, lo he visto. A veces esa infelicidad se les mete dentro de la piel y los infla al grado de hacerlos indiferenciables de una botarga. En las regiones de donde yo provengo muchos matrimonios quedan sellados no por amor sino por un coitus interruptus mal aplicado. Matrimonios en donde el equilibrio no es la comprensión y el respeto, sino la indiferencia mutua. Es un tema largo y complicado que no es posible abordar sin criticar ciertas instituciones tal vez ya obsoletas cuando no mal cimentadas en nuestras sociedades. Una de ellas el matrimonio, la otra quizás la familia.
Pero aun así los escucho decir telepáticamente "ahí va ese solterón"...
Pero todavía me falta hablar de las increíbles ventajas de vivir solo.
El desayuno, la comida y la cena las ingiero siempre frente a una silla vacía. Sé que hay personas a las que la dinámica de mi vida les aterrorizaría. No conciben los días sin intercambiar alguna anécdota o algún sentimiento: así sea una trivialidad o una cursilería. Para ellos el mundo es muy grande y para achicarlo hay que compartirlo; así sea con el enemigo.
La soledad es a veces una cuestión geográfica y generacional. En algunos países la soledad es la norma y nadie pilla ni cuestiona nada. Es lo que hay y si se pagan los recibos y uno es autosuficiente eso lo convierte en persona "decente" y a las personas decentes no se les cuestiona.
En otros lugares, como el sitio de donde provengo, la gente solitaria es vista con desconfianza. Se piensa de inmediato en un individuo defectuoso. "Algo debe estar haciendo mal", murmuran. Cuando una de mis sobrinas se molestó conmigo lo primero que pronunció fue aquella frase inolvidable: "Por eso estás solo". Dada su joven edad supe en ese momento que entre mi familia ya circulaba una versión oficial en torno a mi persona. La del tipo por quien nadie da un carajo en términos sentimentales y que está destinado irremediablemente a quedarse "solo".
Sin embargo abundan los matrimonios disfuncionales y sin amor donde el único aglutinante es el compromiso o la conveniencia mutua. El mundo está lleno de gente que vive enferma de infelicidad, lo he visto. A veces esa infelicidad se les mete dentro de la piel y los infla al grado de hacerlos indiferenciables de una botarga. En las regiones de donde yo provengo muchos matrimonios quedan sellados no por amor sino por un coitus interruptus mal aplicado. Matrimonios en donde el equilibrio no es la comprensión y el respeto, sino la indiferencia mutua. Es un tema largo y complicado que no es posible abordar sin criticar ciertas instituciones tal vez ya obsoletas cuando no mal cimentadas en nuestras sociedades. Una de ellas el matrimonio, la otra quizás la familia.
Pero aun así los escucho decir telepáticamente "ahí va ese solterón"...
Pero todavía me falta hablar de las increíbles ventajas de vivir solo.
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